La visión de especialistas nacionales e internacionales es que copiar modelos extranjeros no es la única solución.
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El Proyecto de Ley 2630/2020,conocido como “PL de las Fake News”,que busca libertad y transparencia en Internet en Brasil,ha sido retomado en la Cámara de Diputados y suscita debates por abordar diferentes aspectos. Según Cristiane Sanches,presidenta del Consejo de Abrint,si se aprueba de esta manera,podría ser un desastre.
Para Sanches,crear una legislación amplia para Internet es algo complejo,sugiriendo que centrarse en leyes nacionales para la moderación de contenido es un camino más viable para garantizar la confianza en las redes.
Actualmente,existen tres modelos de regulación en el mundo,según describe la doctora en relaciones internacionales,Elaini da Silva:
El de Estados Unidos,basado en el liberalismo político,donde la autorregulación está a cargo de las empresas; el de la Unión Europea,enfocado en derechos humanos con cierto control regulatorio; y el de China,caracterizado por una mayor intervención y control sobre lo que se realiza en las plataformas.
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“Ninguno de los tres modelos puede simplificarse. Ninguno es puramente político,ninguno es puramente económico. Todos tienen sus dimensiones políticas y económicas relevantes”,dijo,resaltando que estos pueden servir como inspiración para Brasil,pero el país necesita encontrar su propio camino,de acuerdo con sus características.
Brasil es el segundo país que más tiempo pasa en línea,con una media diaria de 9 horas 13 minutos en redes sociales y plataformas en general. Sudáfrica lidera este ranking con 9 horas 24 minutos,según el Informe Digital 2024,en colaboración con We Are Social y Meltwater.
En el G20,el país ha dirigido gran parte de su liderazgo hacia el ámbito digital,enfatizando la necesidad de enfoques únicos no sólo en pro de su soberanía,sino para el empoderamiento del Sur Global en el nuevo mundo.
Esta es una visión clara del presidente Luiz Inácio Lula da Silva como política de gobierno,defendiendo que ni Brasil ni la región latina pueden simplemente seguir a los países más desarrollados,especialmente en Inteligencia Artificial.
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Corroborando esta visión,Sandro Mendonça,profesor universitario portugués que actualmente coordina un grupo de estudios en la Unión Europea sobre el impacto de las Big Tech hasta 2040,incentivó esta búsqueda brasileña en el debate digital geopolítico,enfatizando las contribuciones del país en foros internacionales,como en la CMR-23.
Más específicamente,hablando sobre su estudio y el escenario de la Unión Europea,resaltó la creciente influencia de las Big Tech,cuyo presupuesto en investigación y desarrollo (I+D) es superior al de muchos países europeos,como Alemania.
Para Mendonça,esto también enciende una alerta en Brasil,puesto que “demuestra el poder de estas empresas y la necesidad de una regulación que pueda equilibrar el mercado y proteger los intereses de los consumidores y de los pequeños negocios”,concluyó.
Octavio Pieranti,de la Secretaría de Políticas Digitales de la Secom,abordó el aspecto de la difusión de desinformación en Internet,enfatizando su perjuicio para las políticas públicas y los derechos,recordando el caso de los antivacunas. “Es crucial combatir la desinformación para garantizar el acceso a información cualificada y la libertad de expresión”,dijo.
Su defensa se centró en el pluralismo y la diversidad en los medios de comunicación,incluyendo las plataformas digitales,para fortalecer la democracia y crear un entorno informacional confiable. El periodismo,por ejemplo,es de interés público y central en este combate.
Pieranti también habló sobre el consenso de que las plataformas digitales deben ser responsables por el contenido que publican. La discusión actual se centra en cuándo y cómo aplicar esta responsabilidad sin promover la eliminación masiva de contenidos.